En busca del alimento original
Como una parte más del cambio que se va produciendo en nuestro estilo de vida, se encuentra también integrada la evolución de nuestros hábitos alimenticios e incluso la transformación de los propios alimentos. En apenas 200 años hasta hoy, coincidiendo con el inicio de la “industrialización”, los horarios y la velocidad de nuestras actividades profesionales, académicas, de ocio y familiares, se han ido haciendo tan diferentes, como lo son, en la mayoría de los casos, el tipo de alimentos que comemos, ahora procesados y combinados con múltiples sustancias nuevas.
el tipo de alimentos que comemos, ahora procesados y combinados con múltiples sustancias nuevas.
En este camino, nuestra salud se está viendo claramente comprometida, cada vez más por enfermedades de carácter crónico, muchas graves y degenerativas que todos conocemos, en su mayoría de origen autoinmune, que además de contar con la necesaria predisposición genética del individuo, su origen apunta a un proceso de inflamación del intestino y al aumento de su permeabilidad, como consecuencia de estos hábitos y alimentos que ingerimos.
Pero existe un aspecto más que está poniendo en riesgo nuestra salud, y es el cambio de la “originalidad” de los alimentos. La hibridación mediante la “manipulación genética” y la “selección genética activa”, han dado como resultado directo alimentos con sustancias potencialmente dañinas para la salud, por agresivas en su exceso de determinados nutrientes o irreconocibles para nuestras mucinas y enzimas digestivas, que están configuradas en nuestro organismo desde hace millones de años para recibir a los alimentos originales. A la conciencia desarrollada por una gran parte de la población mundial desde finales del pasado siglo por la sostenibilidad, el impacto medioambiental y el consumo responsable, debería sumarse, sin duda, la preservación de la originalidad de los alimentos, como otro aspecto más de la conservación de los seres vivos, que disponemos de cualidades limitadas de adaptación y que necesitamos miles de años para generar cambios estructurales en nuestro organismo.
el cambio de la “originalidad
Sabiendo que toda esta evolución que estamos experimentando tiene una principal base económica, el objetivo de la industria ha sido, en primera instancia, intervenir en alimentos elementales y de gran consumo que permitieran producir más cantidad y a menor coste, como entre otros muchos los cereales, que se han visto afectados por una importante disminución de su calidad y han perdido en su mayoría gran parte de sus cualidades originales.
Los cereales aportan importantes nutrientes vitales a nuestra dieta diaria. Son un alimento clave para todos, fácil de cultivar y de preparar. Hipocalóricos y altamente energéticos, ofrecen una gran fuente de vitaminas del grupo B, vitamina E, tianamina, riboflavina, niacina, antioxidantes,…, además de contener múltiples minerales como hierro, zinc, cobre, magnesio, selenio y fósforo, y representan una rica fuente de fibra con hidratos de carbono y proteínas vegetales.
Para disfrutar de los beneficios saludables de los alimentos y en este caso de los cereales, debemos acudir a profesionales y empresas comprometidas con la preservación o recuperación del saber hacer artesano, manteniendo los procesos de elaboración más naturales, innovando junto al respecto a la naturaleza y utilizando materias primas con las mejores cualidades de originalidad.
innovando junto al respeto a la naturaleza y utilizando materias primas con las mejores cualidades de originalidad.
Comenzamos pues esta editorial de publicaciones sobre la relación de los alimentos de panadería y la salud, en la que iremos descubriendo su importante contribución para promover las mejores condiciones en nuestra vida.