El gluten es una sustancia pegajosa carente prácticamente de cualquier valor nutricional, presente en la naturaleza de los cereales, pero que la industrialización utiliza hoy de forma masiva, por sus propiedades elásticas y adhesivas, como pegamento para la mayoría de alimentos procesados. Así mismo, cereales como el trigo, lo han visto incrementado hasta en el triple de la cantidad original en su composición, por los procesos de hibridación y modificación genética para aumentar la producción de este cereal. Esta práctica nos expone diariamente a unas cantidades de gluten muy superiores para las que estamos preparados a asimilar. La contribución de empresas con productos procedentes de materias primas “originales” y procesos de fabricación artesanales, regula nuestra exposición al gluten.
cereales como el trigo, lo han visto incrementado hasta en el triple de la cantidad original en su composición
Cantidades superiores de gluten de las que podemos tolerar, nos pueden producir a todos, en mayor o menor medida y no para ello hemos de ser celíacos, malas digestiones, estreñimiento, diarreas, insomnio, cansancio crónico, acné, picores, posibles alergias, catarros, gripes frecuentes,…, y otras sintomatologías que, en ocasiones, pueden ser incluso precursoras de enfermedades graves, casi todas autoinmunes, crónicas y degenerativas. El comienzo suele ser la inflamación y destrucción de la mucosa intestinal, donde se encuentra gran parte de nuestro sistema inmunológico y, como consecuencia, aumento del tamaño de las micro-perforaciones que conforman la permeabilidad intestinal y el riesgo de entrada a nuestro organismo de macromoléculas que pueden confundir a nuestro sistema inmune. En este proceso, que puede ser permanente aunque en muchos individuos no lleguen a desencadenarse los síntomas, a menudo se desvelan carencias vitamínicas por el bloqueo que este proceso puede producir a la metabolización de algunos nutrientes.
Por otro lado, más de 10.ooo millones de neuronas pertenecientes a nuestro sistema nervioso conforman gran parte del intestino. En la denominada “ataxia del gluten” se describe como el sistema autoinmune ataca al gluten con anticuerpos de la misma manera que éstos atacan a los virus. Las consecuencias son afecciones neurológicas que nos hace más torpes, mostrando pérdida de equilibrio, dificultad al caminar, trastorno visuales, dificultad de concentración,…
Para comprobar en qué medida podemos estar afectados por este exceso de gluten que en muchos casos parece asintomático aunque en nuestro intestino pueda haber cierta inflamación, basta con renunciar a la ingesta de gluten durante 2 ó 3 semanas, para después volver a tomarlo y comprobar qué ocurre.
Con este análisis se hace muy recomendable escoger alimentos de calidad, poco o nada manipulados o procesados y fabricados con materias primas “originales” mediante procesos lo más artesanales posibles. En el pan, un alimento básico tan protagonista en nuestra dieta por sus beneficios, se hace fundamental esta recomendación, confiando en empresas como La Colegiala.